La segunda crucifixión de Jesucristo.

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  Serie Últimos Días.

La Acusación.


William Branham.

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La Acusación.

Y ahora, hoy, yo quiero leer un poco de Escritura, en unos momentos, de la Santa y Sagrada Palabra de Dios, y se encuentra en el Libro de San Lucas, el capítulo 23, de San Lucas, para establecer una base para lo que yo quiero decir, un pensamiento básico sobre la cosa que quiero hablar. Y mientras Uds. están abriendo ahora a San Lucas capítulo 23, quiero leer un solo versículo; eso es todo lo que necesito para establecer esta base en esta mañana. Ahora, leamos el capítulo 23, el versículo 33, del capítulo 23:

Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Ahora, yo quiero tomar cuatro palabras de este texto para establecer lo que quiero decir: Allí ellos le crucificaron- cuatro palabras. Y mi tema es: Yo estoy trayendo una acusación a las iglesias denominacionales de este día y también a muchas de las independientes, por haber crucificado a Jesucristo nuevamente en este día - acusándolas.

En esta mañana le he puesto como título: La Acusación. Y yo quiero presentarlo más como si fuera una sala de justicia, un tribunal. Y después de todo, el púlpito y la iglesia es una sala de justicia. La Biblia dice que es un tribunal, y que el juicio debe comenzar en la casa del Señor, Y esto es como el trono y el jurado, y los testigos y todo así. 56. Y yo tengo hoy, como mi Testigo, a la Palabra de Dios, y mi acusación es en contra de las iglesias de hoy. Ahora yo no estoy incluyendo al pecador en esto; sólo estoy hablando esto para la iglesia. Y esto estará grabado en las cintas, y yo trataré de terminar lo más rápido posible.

¡Yo acuso a esta generación por la segunda crucifixión de Jesucristo!

Y ahora, para hacer esto, en esta edad en que vivimos, en esto yo debo mostrar una evidencia. Si yo tengo que presentar una acusación, uno tiene que mostrar una evidencia de la ofensa criminal que se ha cometido. Para acusarlos, tengo que traer la evidencia para probarla, para que lo que yo estoy diciendo tenga fuerza ante el Juez principal, el cual... Y yo me presento a mí mismo como un abogado para esta acusación.

Siendo la Palabra de Dios mi testigo, yo acuso a esta generación por la crucifixión. Debo mostrar y mostraré que el mismo espíritu que produjo la primera crucifixión, está sobre la gente hoy y está haciendo la misma cosa. Yo - yo debo hacer eso, si es una crucifixión, lo que ellos le han hecho. Debo mostrar al pueblo que la misma actitud entre el pueblo hoy está haciendo la misma cosa espiritualmente, que ellos hicieron físicamente allá entonces; ellos allá crucificaron a Jesucristo el Hijo de Dios, físicamente.

Y ahora, hoy, por la misma Palabra y por el mismo Espíritu Santo, y la misma Palabra, yo deseo mostrar a las iglesias dónde es que están paradas: que ellas están haciendo la misma cosa hoy; y la Biblia dice que así harían; y eso prueba que éste es el día en que estamos viviendo. No pudo haberse hecho hace algunos años atrás. Yo digo que hace cincuenta años atrás, no pudo haber sido hecho. Pero hoy mismo esto es muy oportuno. Y no pudo haber sido hecho quizás ni hace diez años atrás, pero si puede ser hecho hoy, porque el tiempo se ha terminado. Estamos en el tiempo del fin. Y yo creo, como Su siervo, que estamos a punto de cruzar de esta tierra para otra.

Por lo tanto, el tiempo para arrepentimiento, como una nación, ya no existe. Yo creo que esta nación ya no puede arrepentirse. Yo creo que ha cruzado la línea entre misericordia y juicio. Yo creo que la nación está vacilando en la balanza.

“Hermano Branham, antes de que comience su caso, ¿cómo va a probar eso?” Con esto: Que nosotros somos culpables de los mismos pecados por los cuales Dios destruyó al mundo antidiluviano. Somos culpables de los mismos pecados por los que El destruyó al mundo allá en Sodoma y Gomorra. Y ahora... Y tenemos toda la misma evidencia espiritual colocada ante nosotros. Toda la misma evidencia espiritual, conocida mundialmente, la cual produjo la misericordia de Dios sobre aquellas generaciones, y que a la vez al rechazarla, produjo el juicio. Por lo tanto, si esta generación presente ha rechazado la misma misericordia que fue despreciada en aquellos días, Dios sería injusto si los dejara pasar sin juicio.

Ahora, sabemos que espiritualmente ellos están haciendo la misma cosa hoy, porque lo están haciendo con el mismo propósito y en la misma forma que lo hicieron físicamente en la crucifixión del Señor. Ellos lo están haciendo por razón de celo, por razón de ceguedad espiritual, por cuanto no quieren ver; ellos no lo quieren oír. Jesús, en Su jornada aquí en la tierra, dijo, “Bien habló Isaías de vosotros; tenéis ojos y no podéis ver y oídos y no podéis oír”. ¿Ven?

La misma razón, el mismo - el mismo propósito, y el mismo razonamiento, ellos están produciendo la crucifixión de Cristo otra vez, de nuevo (llegaremos a eso más adelante), y eso por las mismas razones que lo hicieron allá entonces. Ellos no pueden hallar nada en contra; y no se atreven a retarlo. Y ellos bien saben que existe la evidencia; y saben que la Biblia lo dice; y lo único que ellos pueden hacer es blasfemarlo. Exactamente. Por tanto... Y todo esto, las mismas razones....

Y ahora, sobre esta base, yo reto a esta generación por la crucifixión de Jesucristo, por crucificarlo y son culpables. Con manos denomínacionales sucias, inícuas y egoístas, han crucificado al Príncipe de Vida, quien quiso presentarse al pueblo. Ud. dirá: “¿La misma persona?” “En el principio era el Verbo,... y el Verbo era Dios. Y el Verbo se hizo carne,” y se manifestó. El Verbo o la Palabra fue manifestada en carne y condenaron la carne y la mataron, por cuanto la Palabra fue manifestada. Hebreos 13:8 dice, “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Es la misma Palabra, ¿Ven? Y por la misma razón ellos están tratando de crucificar la Palabra.

Ahora, volviendo a mi texto, para entrar en el tema que quiero tomar: Allí... las cuatro palabras. Expliquemos Allí. Allí, la ciudad más santa de todo el mundo, Jerusalén; allí, la ciudad más religiosa de todo el mundo. Allí ellas, la gente más religiosa de todo el mundo, en una fiesta religiosa, la fiesta de la Pascua. Allí, el lugar más religioso, la ciudad más religiosa, la más grande de todas las organizaciones, la cabeza de todo, allí ellos, la gente más religiosa en todo el mundo, se habían reunido de todo el mundo. Ellos crucificaron. la muerte más vergonzosa por la cual una persona podía ser reatada; desnudado, le quitaron toda la ropa. El menospreció el reproche. El crucifijo que conocernos tiene una ropita encima, pero ellos le despojaron de Sus ropas- lo más vergonzoso....

Allí (la ciudad más religiosa), ellos (la gente más religiosa), crucificaron (la muerte más vergonzosa), a El (la Persona más preciosa).

¡Si eso no es suficiente para condenar a esta generación! Allí, la organización más religiosa, la más grande de todas las iglesias reunidas en un solo lugar; ellos, la gente más religiosa de todas las razas, el pueblo que se suponía eran los verdaderos adoradores de Dios. Se habían reunido en la fiesta santa más grande que tenían, la purificación de, o sea la Pascua, de cuando fueron traídos de la esclavitud a la libertad. Y allí en ese tiempo, ellos, en aquel tiempo, el pueblo más religioso en la fiesta más religiosa, en el lugar más religioso, trajeron sobre el Príncipe de Vida la cosa más vergonzosa que pudo ser hecha: desnudar a un hombre y colgarlo en un madero; porque, “Maldito es aquel...” (decía la ley por la cual ellos adoraban), “Maldito aquel que es colgado en un madero”. Y El fue hecho maldición por nosotros. Quitándole Sus ropas, golpeándole y mofándose de El, el mismo Dios del Cielo, quitándole Sus vestiduras y clavándolo a una cruz... le, allí ellos le crucificaron bajo el castigo capital romano.

La muerte más vergonzosa hoy en día no sería un tiro. La muerte más vergonzosa de hoy no sería ser atropellado y matado por un carro, ni ahogado por agua, ni quemado por fuego; pero la muerte más vergonzosa de hoy es el castigo capital público, donde el mundo entero lo condena a uno y lo llama de culpable. Y el mundo entero puso sus manos sobre este Hombre y lo llamaron “culpable” cuando El era inocente. Y El murió por mano de los enemigos, no por mano de Sus amigos, no por Sus leyes, sino bajo la crucifixión de los enemigos, el Príncipe de Vida, la Persona más preciosa que jamás vivió o jamás vivirá, Jesucristo- El, la Persona más preciosa. Mantengan eso en mente mientras estructuramos esta plataforma hoy.

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Ahora, esas cuatro palabras: Allí ellos le crucificaron. Ahora en vez de cerrar la Biblia, vean, es cierto que son sólo cuatro palabras, pero la Biblia condensa Sus Verdades. Ahora en cuanto a mí, yo tengo que dar muchas vueltas y explicar lo que estoy diciendo pero la Biblia no tiene que explicar nada. Es, es toda la Verdad. Por tanto, la Biblia no tiene que explicar nada. Ella no tiene que explicarlo, por cuanto es toda la Verdad.

Aquí hay cuatro palabras de Su gran cadena de Verdades. Trataré de explicarlo. Y el tratar de explicarlo claramente llenaría una biblioteca. No hay como yo pueda explicar esas cuatro palabras. Pero ahora, trataremos con la ayuda de El, Quien causó que esto fuera escrito, trataré de explicar estas cuatro palabras, para traerlo en tal forma que la gente lo entienda. ¿Qué tenemos ante nosotros ahora? Tenemos ante nosotros la primera crucifixión, que ocurrió en el lugar más santo, el pueblo más religioso, la muerte más vergonzosa, y eso con la Persona más preciosa. ¡Oh, es tan contradictorio! ¡Vaya, oh, vaya, es una desgracia!

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Noten, ellos, los adoradores, los hombres que habían buscado la promesa, hombres que la habían buscado a través de los años y las edades, sin nada que hacer sino pasando el tiempo en aquel seminario; pero es que ellos habían trazado la Palabra de acuerdo a la enseñanza del seminario y habían pasado por alto la mera Verdad de la Palabra. Ellos, el sacerdote, el ministerio de aquel día; allí, en su cuartel general, ellos, el ministerio de aquel día, estaba matando al mismo Dios, al mismo Cordero. Estaban matando a Aquel, a Quien proclamaban estar adorando.

¡Y hoy, yo acuso a este grupo de ministros ordenados! En sus credos y en sus denominaciones, ellos están crucificando ante el pueblo el mismo Dios que proclaman amar y servir. Yo acuso a estos ministros en el Nombre del Señor Jesús, por razón de sus doctrinas que proclaman que los días de los milagros han pasado, y que el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo no es suficiente y es incorrecto. Por razón de cualquiera de estas palabras, por las cuales ellos han substituido credos, yo los acuso como culpables, y la Sangre de Jesucristo está sobre sus manos por haber crucificado al Señor Jesús por segunda vez. Ellos están crucificando a Cristo para con el público, quitándoles a ellos lo que en realidad debieran estar dando, y han substituido algo más en su lugar: un credo de iglesia para lograr la popularidad.

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Y yo condeno al mismo grupo hoy día y los acuso como culpables ante Dios, por la Palabra de Dios, que ellos están haciendo la misma cosa. Esta generación queda acusada. Recuerden Hebreos 13:8, El es el mismo ayer, y hoy, y por todos los siglos. ¿Cómo fue que ellos lo acusaron a El? Porque sus credos no lo aceptaban. Pero en sus corazones ellos conocían que era distinto el asunto. ¿No lo expresó bien Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan? “Rabí, nosotros, los fariseos, los predicadores, los maestros, bien sabemos que Tú eres nuestro maestro enviado de Dios, porque ningún hombre podría hacer las cosas que Tú haces a menos que Dios estuviere con él”. ¿Ven? Ellos allá lo testificaron públicamente a través de uno de sus hombres de renombre. Y sin embargo, por razón de sus credos, ellos crucificaron a Cristo. Y hoy día no existe un lector que no pueda leer Hechos 2:38 igual que como yo lo leo, y lo demás también igual que como yo lo leo. Pero por razón de sus credos y por razón de sus credenciales denominacionales que cargan en el bolsillo (la marca de la bestia que cargan como tarjetas de compañerismo)... Y al tomar esas cosas, nuevamente crucifican a Jesucristo para sí mismos y lo han crucificado delante del público y han blasfemado al mismo Dios que prometió hacer esto aquí, trayendo condenación sobre la raza.

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¡Yo acuso a
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