Aparece una espada: El cañón de Sabino.

Supernatural Book 6.
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Supernatural
Christian Books.

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Supernatural Book 6.

Al regresar a Tucson, Bill [Branham] tomó un descanso muy necesario. Todavía sentía la presión de la incertidumbre en su pecho, apretarlo como un novillo podría apretar a un vaquero contra el costado de un corral. Podía apartarlo, pero siempre volvía. Una mañana, poco después de su regreso de Phoenix, él se despertó temprano y se acostó en la cama pensando en su futuro, preguntándose por qué el Señor lo había enviado al oeste. En su mente, repasó su visión reciente acerca de algunos ángeles que se le acercan en forma de pirámide. La visión había comenzado con una explosión.

¿Cómo podría alguien sobrevivir a una explosión tan poderosa? Y sin embargo, había escuchado a José llamándolo. ¿Qué significaba? Si el Señor planeaba llevarlo pronto a su hogar en el cielo, tendría que hacer arreglos para que su iglesia cuidara de su familia. Quizás podrían conceder una pensión a su familia. Billy Paul tenía casi 28 años y podía cuidar de sí mismo, pero Bill estaba preocupado por el resto de su familia porque dependían completamente de él para sobrevivir.

Silenciosamente escuchó una voz en su cabeza que decía:
“Ir a Sabino cañón.”

Saltando su desayuno, salió del apartamento y condujo hasta el extremo norte de Tucson, donde Las montañas Catalina se levantaron abruptamente, deteniendo la ciudad de extenderse en esa dirección. Siguió el camino hacia el este, paralelo a las montañas. que brillaba como el bronce al sol de la mañana. Numerosos cañones cortan esta cordillera. Uno de estos cañones ahora era un parque nacional.

Bill entró en el cañón de Sabino y condujo su auto hacia el norte por el estrecho camino que seguía al arroyo Sabino. Había mucha agua en el arroyo durante los meses de invierno, alimentado por la nieve que se derrite en las laderas del monte Lemmon. El agua fluía de una piscina a otra, a veces cayendo en cascada sobre rocas, y a veces rodeándolas, riega una variedad de árboles: sicomoros, álamos, sauces, fresnos y nogales. Al principio, el arroyo estaba en el lado este de él (a su derecha), pero en poco más de una milla cruzó el arroyo nueve veces por estrechos puentes de piedra y hormigón, terminando con el arroyo a su izquierda. Pronto el camino se separó del arroyo y subió varios cientos de pies, terminando en un estacionamiento para las rutas de senderismo.

Bill tomó el sendero que seguía la pared del este del cañón. Ahora estaba por encima de los árboles, escuchando las riñas de los pájaros territoriales debajo de él. Desde algún lugar en los acantilados, una paloma arrulló a su compañero. La ladera occidental del Cañón Sabino estaba recibiendo la luz del sol, pero a lo largo de la ladera este, Bill caminaba a la sombra de los enormes acantilados que se elevaba por encima de él.

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Después de caminar durante unos 20 minutos, Bill llegó a unas colinas escarpadas. un grupo de montañas intermedias que se encontraba muy por debajo de los acantilados más altos, sin embargo, todavía un largo trecho por encima del fondo del cañón. Subió al cerro más cercano, y se detuvo a descansar en un lugar relativamente plano cerca de la cima.

Un par de columnas rocosas aún sobresalían muy por encima de él, pero para su propósito, este lugar era el más alto que quería escalar. Vio un ciervo caminando por un sendero de caza en la pendiente debajo de él. Bill se quedó inmóvil y observó cómo el ciervo se detenía, levantó la cabeza y escuchó el sonido del peligro. El único sonido que Bill podía oír era el débil gorgoteo de la corriente. mezclándose con la respiración de tono bajo de una ligera brisa. De repente, una ráfaga de viento voló su sombrero, el cual rodó unos metros antes de alojarse en las garras de una planta de ocotillo. Sorprendido por este movimiento, los ciervos atornilladas.

Bill recogió su sombrero y se arrodilló junto al ocotillo para rezar. El ocotillo es un arbusto, pero no tiene tronco central; más bien, todas las ramas brotan hacia arriba desde un punto central en el suelo. Sus ramas están cubiertas de hojas y cada hoja esconde una espina de una pulgada de largo. El ocotillo es pariente de la planta espinosa en Israel que hace mucho tiempo un soldado romano tejió en una corona de espinas para ponerse la cabeza de Jesucristo el día que fue crucificado.

Poniendo su Biblia en el suelo, Bill volvió la cabeza hacia los acantilados del este, levantó las manos por encima de la cabeza y oró en voz alta, “Oh, Señor, ¿qué significa esa explosión en la última visión que me diste? ¿Significa mi muerte? No tengo miedo de morir, pero necesito saberlo para poder preparar a mi familia. Si me vas a llevar a “casa” pronto, que suceda aquí donde nadie encontrará mi cuerpo. Quizás algún día podrías dejar que José encuentre mi Biblia aquí”.

De repente sintió que algo sólido tocaba su mano derecha. Instintivamente sus dedos agarraron el objeto, y se veía para ver lo que era. Se asombró al ver una espada de dos filos en su mano, la hoja apuntando hacia el cielo. Bajó la mano para examinarlo de cerca. El guardamanos parecía dorado y el mango parecía perla. El sol acababa de salir lo suficiente brille a través de una silla de montar en el Cañón del horizonte oriental y el torrente de rayos brillantes hizo que la hoja de la espada brillara como plata pulida. Los bordes cortantes parecían afilados como una navaja. Bill sintió una mezcla de atracción y repulsión por esa hoja corta de doble filo. Siempre le había tenido miedo a una espada y se alegraba de no haber vivido en los días cuando a veces se usaban espadas para resolver disputas.

“Esto es extraño”, dijo, agitando la hoja en el aire. “Se siente tan real como cualquier cosa que haya tenido en mi mano. En algún lugar cerca de mí está el mismo Dios que creó un carnero para Abraham, el mismo que creó esas ardillas para mí en Indiana y Kentucky. Ahora que ha creado esta espada. Pero, ¿qué se supone que debo hacer con eso? Sé reyes utilizaron sus espadas a los héroes caballero. Quizás esto signifique que se supone que debo poner mis manos sobre alguien y ordenarlo como ministro”.

Se quedó atónito al escuchar una voz retumbar desde las alturas del cañón, “¡Es la espada del Rey!”
“¿Pero por qué mostrarme la espada de un rey?” Bill preguntó, todavía inseguro.

“No es la espada de un rey”, respondió la voz, enfatizando el artículo; “¡Es la espada de ‘EL’ Rey!” En un destello de luz solar, la espada desapareció. Aunque la mano de Bill ahora estaba vacía, su corazón estaba lleno. Ahora entendió. Dios es el Rey, y la espada del Rey es Su Palabra - la Biblia, la brújula que utilizó Bill para guiar su vida; su absoluto sobre el que había apostado su destino eterno. Mientras su corazón acelerado se desaceleraba a un ritmo normal, sintió que el Señor le hablaba en voz baja, como una voz en su cabeza, diciendo “No temas a la muerte. Este es el tercer tirón de su ministerio”.

Recogiendo su Biblia, corrió de regreso a su auto, gritando de alegría que resonaba entre las paredes doradas del cañón. Ahora estaba satisfecho de que la visin de los ngeles no significaba que fuera a morir, al menos no todavía. Dios tenía algo más por él que cumplir primero.

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Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Hebreos 4:12