Zaqueo el empresario.

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  Serie Palabra viva.

Zaqueo el empresario.


William Branham.

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  ¿Quién Es Jesús?

Lucas 19:1-5,
…Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. ...Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, Procuraba ver quién era Jesús;… Permítanme leer eso nuevamente, porque quiero enfatizar esto. Procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vió, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.

Que el Señor añada Sus bendiciones a la lectura de Esta Su Palabra.

Este hombre, pequeño personaje, nuestra escena se abre en—en Jericó. Ahora, Jericó era la ciudad más baja en Palestina, y queda en el valle. Y Jerusalén está situada en la montaña, arriba en la colina. Y si se dieron cuenta, Jesús, cuando Él vino a la tierra, le fue dado entre los hombres, el nombre más bajo que se pudiera dar. En Su venida, Él fue “Belcebú”, ese fue el peor nombre como pudieran llamarle, eso es “un diablo, un adivino, un espíritu maligno”. Ellos llamaron Su obra un espíritu maligno. La iglesia que no estaba preparada, para recibirle, ellos le dieron a Él un nombre horrible, “Belcebú”.

Y Él vino, el nacimiento más humilde que pudiera haber, de una madre campesina que ni siquiera tenía un lugar donde acostarse para dar a luz a este bebé. Y Su pañal, nos dicen, lo sacaron de un yugo de buey, donde Lo envolvieron, en el pesebre, en un establo apestoso, sobre los desechos del establo. Y este establo ni siquiera era un establo correcto, sino una cuevita al lado de la colina.

Y Él lidió con los más bajos, con la gente más pobre. Y fue rechazado por las más altas de las sociedades. Él fue rechazado por los Suyos, la iglesia que debería haberlo conocido, pero no lo conocieron. Ellos no estaban entrenados en la Palabra, para conocerlo. Y hallamos de nuevo que Él fue a la ciudad más baja que había en Palestina: Jericó. Se me olvida a cuántos pies está por debajo del nivel del mar, muy bajo. Él se rebajó a tal nivel que el hombre más pequeño de la ciudad tuvo que subirse a un árbol para mirarlo. Pero eso es lo que el mundo pensó de Él. Le dieron la muerte más crucial y cruel que cualquier hombre pudiera morir; Él murió como un malhechor. La forma más vergonzosa en que Él podía morir, le quitaron la ropa; y, por supuesto, uno ve en las estatuas y demás, que le pusieron un paño alrededor. “Pero Él despreció la vergüenza”. Ellos le quitaron Sus ropas completamente, lo clavaron a una cruz, en vergüenza. La muerte más baja y cruel que se pudiera dar, se la dieron a Él. Y eso es lo que el mundo pensó de Él.

Pero Dios pensó tanto de Él a tal punto que le dio un Nombre sobre todo nombre que se nombra en los Cielos o en la Tierra. Le exaltó tan alto, Su trono tan alto, que Él tiene que mirar hacia abajo para ver el Cielo. Eso es lo que Dios pensó de Él. Yo estoy seguro que esos también son nuestros pensamientos en esta mañana. Está por encima de todo nombre, por encima de todo nombre que se pudiera nombrar. Aún toda la familia del Cielo y de la Tierra es nombrada “Jesús”. Y por este Nombre, toda rodilla se doblará, y toda lengua Lo confesará.

Zaqueo era sólo un—un hombre de negocios en la ciudad de Jericó. Y sin duda que él era un—un hombre fino en su manera de ser. Él era, digamos, creo yo, siendo un hombre tan fino, él debe haber pertenecido a alguna iglesia, a una de las denominaciones de aquel día. Digamos que él era un fariseo. Y realmente, él no estaba de acuerdo con los puntos de vista de su esposa. Digamos que su esposa se llamaba Rebeca. Y él no estaba de acuerdo con sus puntos de vista, debido a que ella había creído en Jesús. Ella creía que Él era precisamente lo que era: el Mesías, por cuanto ella lo había visto obrar la señal del Mesías. Siendo ella una hebrea. Los hebreos vigilan las señales y los profetas, porque así había de ser su mensajero. Por esa razón es que ellos nunca debieron haber fallado en reconocerle, porque Él vendría como, “el Hijo del hombre”.

Lean el resto de estos tratos aquí con Zaqueo. “Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Él es hijo de Abraham”. Ellos lo acusaron a Él de andar con los pecadores. Así que vemos que ellos debieron haber entendido eso, pero no fue así. Ellos tenían su teología de vivir bien y ser gente buena, y demás, pero no entendieron realmente lo que había de ser su Mesías. ¿Saben ustedes que eso pudiera repetirse? Eso pudiera suceder tan fácilmente, que lo pudiéramos malentender de algún modo. Ahora sólo hay una manera de estar seguros, y es descubrir lo que Él era. Entonces, la Escritura dice que: “Él es el mismo”. Averigüemos cómo se manifestará Él en el tiempo del fin. Escrito está. ¿Ven?, Él nunca hace nada a menos que lo revele primero. Así dijo Él en la Escritura: “Él no hace nada, a menos que se lo revele a Sus siervos los profetas”. Y Él lo ha revelado. Y Este es Su profeta. Este es un Libro de profecía, es la revelación completa de Jesucristo, de principio a fin. Nada le debe ser añadido, o quitado. Y nosotros debemos escudriñarla y ver en qué día estamos viviendo, porque pudiéramos ser atrapados en la misma trampa.

Así que vemos que durante este tiempo, Zaqueo, nuestro pequeño personaje en esta mañana, este hombre de negocios de Jericó, nosotros… él pudiera haber pertenecido a los Kiwanis, si es que había tal cosa, o algo para simbolizarlo. Él pudiera haber sido miembro de algunas de aquellas grandes logias que había en Jericó. Sin duda, que era un hombre prominente para su—su tiempo, y pertenecía a la iglesia. Pero lo malo que encontramos, es que él se había puesto de parte de la opinión moderna, de la opinión popular acerca de Jesús. Y Jesús es la Palabra; y la Palabra manifestada es Jesús. ¿Ven? Así que él se había puesto de parte de la opinión popular que decía que Él no era un profeta, que Él era solamente un… Yo no quiero decir esta palabra, como lo llamaríamos hoy: fanfarrón, simplemente algo que estaba fingiendo.
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Así que nuestro drama comienza desde aquí. Debe haber sido una noche terrible para el hombrecito. Fue una noche inquieta, y él no podía dormir. Estuvo dando vueltas sobre la almohada toda la noche. Muchos de nosotros sabemos lo que son esa clase de noches. Lo ven, Rebeca sabía. Ella estaba relacionada con los discípulos, y así por el estilo. Ella sabía que Jesús iba a entrar a la ciudad en la mañana siguiente. Y ella estaba tan interesada en su esposo, que quería que él se encontrara cara a cara con Jesús. Y un hombre que llega a estar cara a cara con Él, eso causa algo en uno. Él no es como los otros hombres. Él es distinto. Y ella quería que él estuviera seguro de que ella lo había visto a Él, había visto Su obra, y sabía que Él era ese Mesías. Aunque los sacerdotes y ellos habían dicho: “No hay nada en eso. Eso es algo falso. Es un engaño”. Pero ella lo creía y estaba orando. Ahora, Rebeca, si realmente quieres llevar a tu hombre de negocios, Zaqueo, delante de Jesús, sólo comienza a orar y él se pondrá inquieto.

Así que la hora se había acercado, y a la mañana siguiente, Jesús había de pasar por allí. Él se retorció en la cama toda la noche, y se sentía muy mal. Y ella, acostada allí, orando. Y sin duda que en la noche, cuando ellos se despertaban, ella decía: “Gracias Señor, sé que estás obrando en él”. Cuando usted empiece a ver que su Zaqueo no puede descansar, sólo diga: “Gracias Señor, Tú estás obrando en él”. Cuando usted vea que él se ponga tan gruñón, que no quiera que usted vaya más a la iglesia, ¿ve?, “¡Mantente alejada de ese grupo! ¡No vayas más para allá! ¡No hay nada allí!” Simplemente tenga paciencia. Dios está obrando, ¿ve? Esa es la manera como Él lo hace, ¿ve? Él se pone tan inquieto que no puede soportarlo.

Así que encontramos que a la mañana siguiente, muy temprano, nuestro pequeño personaje se levanta silenciosamente de la cama y va y se viste con la mejor ropa, ustedes saben, el manto más fino que tenía, y se arregla la barba y se peina el cabello. Y Rebeca mira por debajo de la sábana y lo ve. Ella sabe entonces que algo está sucediendo. Así que él se dirige silenciosamente hacia la ventana, y echa una ojeada para ver si ella está despierta. No, ella no estaba despierta, según pensaba él. Levanta la cortina y se asoma, y ya estaba amaneciendo, entonces se prepara.

Ven, cuando ustedes se ponen a orar por alguien, algo empieza a suceder. Allí es donde fallamos, amigos, en no orar. La oración es la clave. “Pedid y recibiréis. No tenéis porque no pedís, no pedís porque no creéis. Pedid en abundancia, para que vuestro gozo sea cumplido. Pedid y creed que recibiréis lo que habéis pedido”. Luego aférrese a eso. No lo suelte. Si es una promesa en la Biblia, y le ha sido revelado a usted que Dios se lo va dar, aférrese a eso. Así fue como ella hizo. Le fue revelado que su Zaqueo iba a ser salvo, y entonces ella se mantuvo firme.

Entonces a medida que él empieza a salir por la puerta, ella dijo: “Zaqueo, ¿qué haces levantado tan temprano esta mañana?” “Oh”, él dijo: “cariño, pensé que, uh, uh…” Ustedes saben, tú puedes inventar toda clase de excusas, Zaqueo. “Pensé que saldría a coger un poco de—un poco de aire fresco. Lo vé, un poco…” ¿Se peinarían ustedes para algo como eso? Lo ven. Y ella sabía algo. Así que él sale ahí, mirando atrás hacia la casa, ¿lo ven? mientras sale por la entrada, mirando hacia atrás. Ella echa un vistazo por la persiana, ustedes saben, mirando para ver lo que ocurría. Entonces ella supo. Se arrodilló y dijo: “Gracias Señor. Creo que ya todo ha terminado. Lo tenemos en acción”. Así que si usted logró que su Zaqueo viniera a la reunión en esta mañana, él está en acción. Tal vez él esté aquí sentado, así que él se está moviendo. Hemos logrado que se mueva hasta allí, de cualquier modo.
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Así que él salió, mirando atrás para ver si alguien lo estaba observando, ustedes saben. Él dijo: “Ahora, ¿saben lo que voy hacer?” Cambiemos nuestros pensamientos a los de él ahora. “Mi esposa ha estado toda involucrada en esto de este supuesto Profeta de Galilea; cuando mi sacerdote y pastor me dice que no hay tal cosa como esa en estos días. Todos estos milagros y cosas son simplemente alguna clase de engaño. No hay nada de eso. ¿Saben lo que voy a hacer? Voy a ir hasta allá y le voy a decir lo que pienso. Y eso me hará un hombre prominente en la ciudad, ¿ven?, cuando yo lo reprenda en Su cara. Haré eso”. Entonces él se va.

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